El fraude electoral es la intervención ilícita de un proceso electoral con el propósito de impedir, anular o modificar los resultados reales. Son acciones que atentan contra la legalidad de la democracia.
El pucherazo era uno de los métodos de manipulación electoral usados principalmente durante el periodo de la Restauración borbónica en España para permitir la alternancia pactada previamente entre el Partido Liberal y el Partido Conservador, es decir, el turnismo, dentro del modelo de dominación política local (sobre todo en las zonas rurales y las ciudades pequeñas) conocido como caciquismo. Para llevar a cabo la manipulación, se guardaban papeletas de votación (por ejemplo en pucheros, de donde viene la denominación que se popularizó), y se añadían o se sustraían de la urna electoral a conveniencia para el resultado deseado. Otros métodos consistían en la colocación de las urnas en lugares de imposible acceso o la manipulación de las votaciones con lázaros (votos de fallecidos que, al menos sobre el papel resucitaban como el Lázaro de los Evangelios) y cuneros (electores que se inscribían irregularmente en una circunscripción que no les correspondía). En los periodos posteriores de la historia electoral española, el nombre de pucherazo siguió empleándose como sinónimo de fraude electoral.
Cánovas y Sagasta se turnan en poder y desde él manipulan el proceso electoral para facilitar la próxima victoria de su oponente.
Tras decidir que candidatos deben salir elegidos en cada circunscripción electoral, el ministro de la Gobernación transmite las órdenes oportunas a los gobernadores civiles, éstos a los alcaldes y éstos finalmente al cacique que en cada pueblo debe para desplegar todos los mecanismos de influencia sobre la población. Esta caricatura hace énfasis en que, en el último momento, todo dependía del cacique, que era quien detentaba el verdadero poder a nivel local para decidir el resultado de las elecciones, incluso más que el propio ministro.
Sagasta representado como el gran manipulador electoral. Llevado en procesión por los diputados sobre un gran embudo (representa los votos que han de pasar a las urnas y los que no), custodiado por un guardia civil y un matón al servicio del sistema electoral y seguido por una procesión de votantes que a la fuerza , incluidos varios lázaros, son llevados a votar mientras a los candidatos de los partidos que están fuera del sistema (con bandas rojas) como republicanos, socialistas, carlistas, nacionalistas y otros se los lleva detenidos para evitar que voten o hagan campaña.
El resultado final: la alternancia pacífica de los partidos dinásticos desde 1885 y la exclusión de los demás partidos, a los que se les permite una presencia testimonial en las Cortes. Incluso hoy en día se dan situaciones de fraude electoral.
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